PROGRAMA NO. 107
Buenos días bienvenidos a su podcast “Mujeres Radiantes” soy la abogada Leydi Campos quien le transmite en vivo desde este país de Canadá, nuestro tema de hoy se llama cuando una madre ora y es nuestra CITA BIBLICA.-DEUTERONOMIO 6:5 AL 7- dice la palabra de Dios: “Y amaras a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón, y las repetirás a tus hijos, y hablaras de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.”
Oremos.- Amado Padre reconocemos que tú eres más poderoso que cualquier enemigo y adversario que pretenda destruir a Cristo o a su obra, te pedimos en este día que tu Santo Espíritu nos guíe y tu gracia nos sostenga en el nombre de Jesús, quién es el único que debe ser glorificado, te damos gracias en su precioso nombre. Amén
En el contexto de este texto: Nuestro primer compromiso es expresar nuestro amor por Dios sin reservas, y en obediencia a su palabra todos los días, ya que su ley está escrita en nuestro corazón, por eso meditamos en ella constantemente, y desde el inicio del día hasta su fin sus mandamientos deben ser el tema de conversación con nuestros hijos adentro y fuera del hogar.
Las madres somos jaladas en muchas direcciones y necesitamos establecer algunas prioridades. Holly Elliff dijo, «asegúrate de que esas prioridades incluyen la oración».
Podríamos terminar siendo la mamá más organizada, la mejor mamá de la clase de fútbol, la madre más eficiente en todos los sentidos, pero podríamos descubrir demasiado tarde que intercambiamos los valores eternos por los temporales.
Honestamente, DEBEMOS ESTAR hambrientas para aprender sobre el propósito de Dios para nuestras vidas como mujeres, como esposas y como madres. Holly explica por qué las madres necesitan la gracia de Dios todos los días.
Así es como me gusta pensar sobre la gracia de Dios. Pablo dijo en Romanos 5:1-2, «Por tanto, habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por medio de quien también hemos obtenido entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes».
La próxima vez que estés en un momento difícil de la crianza, un momento difícil de la maternidad, recuerda que estás parada en la gracia de Dios. Puede que no sientas que estás parada en la gracia, pero es una promesa del mismo Señor.
La envolvente presencia de la gracia de Dios nos permite estar de pie y dar el siguiente paso como padres para que también tengamos la gracia que necesitamos para el próximo momento de nuestro viaje. Mañana tendremos nuevamente lo que necesitamos si caminamos en la gracia provista por Dios.
Holly nos comparte diez consejos.
Estuvo casada por más de 35 años. Durante 30 de esos años, tuvo el privilegio de seguir el llamado de Dios de criar a sus hijos para Cristo. Aseguro que no fueron padres perfectos y que no tienen hijos perfectos. Sin embargo, sí conocemos a Aquel que es perfecto y completo y que no le falta nada.
No existe una fórmula mágica para producir hijos que tengan un corazón para Dios.
Unas palabras aquí a las madres que puedan tener un hijo pródigo en este momento. Tal vez tienes un hijo que te está rompiendo el corazón. Mientras recorremos esta lista, no permitas que el enemigo te condene, ni te impongas una carga que Dios no pretendía, porque Dios conoce tu corazón. Aunque hayas sido una madre fiel puedes tener una hija o hijo pródigo. Entonces, a medida que recorremos esta lista, ve al Señor por lo que necesitas escuchar. No permitas que el enemigo te condene.
No existe una fórmula mágica para producir hijos que tengan un corazón para Dios. Sin embargo, creo que es posible, por la gracia de Dios, cultivar un ambiente que fomente el crecimiento espiritual y fomente corazones tiernos para que nuestros hijos estén más inclinados a escuchar cuando el Señor les llame.
En primer lugar: Modela respuestas correctas. Como patóloga del habla, Holly lo era antes de tener hijos. Sabe por experiencia que si los padres modelan el habla para sus hijos, entonces sus hijos van a hablar más temprano de lo usual y van a entender más el lenguaje que se les dice.
Del mismo modo, si modelamos decir, «por favor» a nuestros hijos, probablemente dirán por favor, ¿verdad? Si modelamos para nuestros hijos lo que Dios pretende hacer evidente en nuestras vidas, nuestros hijos serán más rápidos en darse cuenta de eso.
Deuteronomio 6, habla de esto. Vive ante tus hijos de tal manera que a medida que avanzas, cuando te despiertas, cuando te acuestas, mientras caminas, vive de una manera que agrade al Señor. No olvides esas cosas. No dejes que se alejen de tu corazón. Hazlas saber a tus hijos y a tus nietos.
Continúa diciendo: «…estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y diligentemente las enseñarás a tus hijos, y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes» (véanse los versículos 6-7).
Entonces, debemos aprovechar los momentos de enseñanza. Estos versículos de Deuteronomio que acabamos de leer, nos animan a enseñar en el camino, todo el tiempo. Sé intencional sobre tu maternidad.
Necesitamos estar atentas a los momentos –algunos grandes, otros pequeños– cuando nuestros hijos tengan los oídos prestos para escuchar la verdad. Podríamos terminar siendo la mamá más organizada, la mejor mamá de la clase de fútbol, la madre más eficiente en todos los sentidos, pero podríamos descubrir demasiado tarde que intercambiamos valores temporales por los eternos.
Nuestros hijos determinarán sus prioridades según lo que hayan visto en nuestra vida. Si te ven tomando la Biblia, entonces ese es un valor que absorberán. Si tu Biblia está en el estante de domingo a domingo, también lo notarán.
Hay verdades que podemos enseñar cuando nuestros hijos tienen diez años, que tal vez no se escucharán cuando tengan quince años. Sé intencional sobre lo que enseñas.
Anima a tus hijos a pensar, a hablar sobre lo que escuchan y leen. No esperes que sus maestros de escuela dominical hagan eso.
Proverbios 1:7-9, nos recuerda:
«El temor del Señor es el principio de la sabiduría; los necios desprecian la sabiduría y la instrucción. Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, y no abandones la enseñanza de tu madre; porque guirnalda de gracia son para tu cabeza, y collares para tu cuello».
La responsabilidad de nuestros hijos es escuchar, pero nuestra responsabilidad es enseñar y hacerlo intencionalmente, siempre que sea posible.
Entonces, debemos estudiar a nuestros hijos. Cuando la Escritura habla de los hijos, se refiere a ellos como plantas de olivo (ver Salmo 128: 3).
Las plantas de olivo deben plantarse una separada de la otra. Son plantas totalmente separadas, y distintas. Son diferentes una de la otra. Tienen que ser tratadas de manera diferente.
Del mismo modo, en familias de cualquier tamaño, cada hijo es único. El Señor dice que ese hijo fue creado por Él, que lo conocía antes de ser creado, y Dios sabe lo que ese hijo necesita. Eso es hermoso.
Crea un ambiente en el hogar que sea seguro, cálido y acogedor. Nuestros hijos nunca son demasiado mayores como para no necesitar afecto.
Dios me ha dado gracia para hacer un vínculo afectivo con mis tres hijos, disfrutamos pasar tiempo hablando de todo.
Todo hijo necesita un lugar donde pueda sanar sus heridas, donde la verdad esté disponible, donde la gracia sea evidente. «Que no hay mejor lugar que su hogar», ¿verdad? Debes desear que tus hijos crean que no hay mejor lugar que su hogar.
Necesitamos conocer a nuestros hijos para poder aplicar lo que sabemos de Dios a las circunstancias de su vida actual.
Luego, mantenlos hablando. Las relaciones abiertas y cálidas son posibles incluso durante la adolescencia. La base para ese tipo de conexión se establece mucho antes de que las hormonas hagan la vida más difícil. Si esperas hasta que cumplan quince años, estás en problemas.
La franqueza y la honestidad deben ser valores familiares esenciales en nuestros hogares. Enséñale a tus hijos, comenzando cuando son jóvenes (o ahora, si no lo hiciste antes), habla sobre lo que les preocupa.
Habla con ellos, en los niveles apropiados, sobre cómo lidiar con sus luchas, sobre cómo orar por otras personas, sobre cómo vas al Señor cuando no sabes qué hacer, sobre cómo manejas las dificultades en tu propia vida. Aprenderán mirándote y escuchándote hablar con ellos sobre esas cosas.
Haz que el tiempo de las comidas o el tiempo en el automóvil sean muy intencionales. Hazles preguntas a tus hijos.
No todo tiene que ser sobre asuntos serios. Pueden ser cosas graciosas y tontas. Pueden ser cosas que solo fomenten la conversación.
Pero si comienzas muy temprano en sus vidas (o incluso si comienzas ahora), pensarán que eres algo rara al principio, pero nunca es demasiado tarde. Fomenta la conversación abierta, porque lo que sucede es que si son conversadores cuando son más jóvenes, cuando lleguen a la adolescencia, aún podrás conversar con ellos. No se apresurarán para retirarse.
Anima a tus hijos a hablar y a ser honestos.
Cuando Cristo nombró a los doce, fue para que estuvieran con Él. Sabía que solo tenía tres años de ministerio en la tierra.
Tenemos a nuestros hijos por un tiempo muy corto y establecido. Sé que parece largo –especialmente si tienes pequeños– pero en serio, no es largo. No es mucho tiempo, y será un abrir y cerrar de ojos hasta que crezcan.
Necesitamos tener la misma intencionalidad relacional en nuestro tiempo con nuestros hijos como Cristo la tuvo con sus discípulos. Él sabía lo corto que era el tiempo. Nosotras no lo sabemos, pero debemos ser intencionales sobre el tiempo con nuestros hijos.
Luego, equilibra la verdad y la gracia. Pablo dice: «…sino que, hablando la verdad en amor, crezcamos en todos los aspectos en aquel que es la cabeza, es decir, Cristo» (Ef. 4:15). Como madres, a veces tenemos que crecer, ¿verdad?
A veces tenemos que «crecer» en Cristo; pero la verdad y el amor necesitan ser equilibrados en nuestra enseñanza y en nuestra disciplina para que no provoquemos a ira a nuestros hijos. Efesios 6:4 nos advierte que eso es importante.
El amor sin verdad fomenta la indulgencia y el egoísmo. La verdad sin amor genera legalismo y resentimiento.
Es muy peligroso tener la verdad sin amor. Tendrás hijos que se irán cuando lleguen a la adolescencia, si todo lo que han conocido es la verdad sin ser equilibrada por la gracia y el amor.
Debemos pedirle continuamente a Dios que nos ayude a saber cómo mantener ese balance. No siempre es fácil.
Por eso, si Dios te ha dado un esposo, muchas veces nuestros esposos son nuestro contraste. No le digas a tu esposo que no sabe lo que está haciendo con respecto a los hijos, porque Dios lo puso allí para ayudar a mantener ese balance, ese equilibrio entre la verdad y el amor.
Si eres madre soltera, te animo a que encuentres algunas personas piadosas, amigos en la iglesia, algunos miembros de tu familia que sean piadosos. Pídeles que te ayuden a mantenerte equilibrada en tu crianza. Esto es sumamente importante.
Aprende a distinguir entre rebeldía y «cosas de niños». Escuchaste la lista al principio de toda esta enseñanza, ¿verdad? Hay una gran diferencia entre la necedad que está «ligada al corazón de un niño» –porque son necios y lo dice en Proverbios 22:15– y la desobediencia deliberada.
Nuestros hijos van a hacer locuras porque son niños.
En nuestra casa a esas cosas les llamamos CLN: Cosas locas de niños. Las CLN, aunque molestan, no son lo mismo que la desobediencia deliberada.
Ahora bien, la segunda vez que desobedezcan nuestros hijos, después de haber dado instrucciones, eso calificaría como desobediencia. Entonces, aunque los CLN necesitan intervención y entrenamiento, la desobediencia necesita corrección. Ejemplo si mi hijo golpea accidentalmente a su hermano porque esta jugando a ser David y Goliat, y le das instrucciones acerca de como debe ser prudente y no pone ren riesgo a su hermano, y de nuevo lo Vuelve a hacer y Vuelve a golpear a su hermano, eso ya es desobediencia y necesita correccion.
La desobediencia deliberada e intencional que no es corregida, se convertirá en una rebelión total cuando el niño entre en sus años de preadolescencia. Tenemos que aprender desde el principio a distinguir entre travesura y rebelión.
Debes estar atenta a un espíritu de terquedad en tu hijo cuando diga: «No lo haré». Cuando veas eso, pídele al Señor que te dé discernimiento sobre la intención que pueda tener ese hijo.
En última instancia, tú debes ser la autoridad. Si el problema es sobre quién está a cargo, tú tienes que ganar, o papá tiene que ganar. Hebreos habla de esto cuando dice que la disciplina a veces parece ser causa de tristeza, pero al final somos entrenados por ella y produce justicia (ver Hebreos 12:11).
Entonces, debemos enseñarles control interno versus control externo. Proverbios habla sobre la importancia del dominio propio en la vida de nuestros hijos.
«Como ciudad invadida y sin murallas es el hombre que no domina su espíritu» (Prov. 25:28). «Mejor es el lento para la ira que el poderoso, y el que domina su espíritu que el que toma una ciudad» (Prov. 16:32).
A medida que nuestros hijos crecen, pueden controlarse cada vez más para que aprendan la diferencia entre el control interno y el control externo.
Cuando le dices a un hijo de cuatro años: «Quiero que te sientes en este banquito», él decide si se sienta o no en el banquito. Si lo hace él mismo, eso es control interno; pero si no lo hace, entonces tengo que ayudarlo a sentarse en el banquito, ¿cierto?
A veces puede significar simplemente guiarlo y sentarlo en el banco. A veces hay que hacer algo más serio…y ustedes saben qué.
Enseñe a sus hijos la diferencia entre control interno y control externo. Incluso los niños pequeños se dan cuenta rápidamente de que el control interno les costará menos que el control externo.
Luego, alienta a los niños a que vivan según la edad que tienen. Vivimos en una cultura que comercializa la sensualidad adulta a los niños pequeños.
Es importante que nuestros hijos se den cuenta de que si tienen tres años, queremos que se vean, actúen y se comporten como niños de tres años. Si tiene quince años, queremos que se vea, actúe y se comporte como un joven de quince años, y nada menos ni más de eso.
Pablo dijo: «Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente» (ver Romanos 12: 2). Necesitamos niños que no se amolden al sistema.
Luego, guarda sus corazones. Debemos asegurarnos de que nuestros hijos se saturen con el sistema de valores de Dios y no con el sistema de valores de este mundo. La sensualidad y el materialismo están presentes en todo lo que vemos a nuestro alrededor.
Proverbios 4:23 dice: «Con toda diligencia guarda tu corazón, porque de él brotan los manantiales de la vida». No podemos ser demasiado cautelosas.
Anima a tus hijos a que se acerquen a ti cuando tengan preguntas sobre cuestiones morales. Conoce quiénes son sus amigos. Invita a sus amigos a tu casa para que puedas ver cualquier señal que pueda indicarte si hay problemas.
Sobre todo, escucha a tus hijos. Escucha lo que piensan. Escucha lo que dicen. Escucha lo que no están diciendo.
Si estan bajo tu autoridad debes Revisar su computadora. Revisa sus correos electrónicos. Revisa su página de Facebook. No seas ingenua. Queremos ser mujeres sabias con respecto a nuestros hijos. Cuantos ninos y adolescents no han sido mal influenciados por las redes sociales.
También, sé intensional en la oración. Hay momentos en la crianza de los hijos cuando sus necesidades son demasiado grandes para nosotras.
A veces no solo no tenemos la respuesta, ni siquiera podemos identificar el problema. A veces solo debemos estar agradecidas de que Dios nos haya dado acceso a Su sabiduría infinita.
No dejes de orar por tus hijos. ¡Qué trágico sería que tus hijos tuvieran el tamaño correcto de tenis, pero no una madre que ora!
Tenemos en “Mujeres Radiantes” grupos de oración por los hijos, en línea, muy temprano, de lunes a viernes, como son diferentes países a algunas les toca madrugar más que otras, pero es la gracia de Cristo y el amor a nuestros hijos lo que nos impulse a hacer ese sacrificio y a tener esa disciplina.
Trata a tus hijos como si no los fueras a tener el próximo año. Entrena a tus hijos como si no los fueras a tener el próximo año. Pregúntate: «¿Estoy siendo intencional acerca de entrenar a mis hijos para Cristo?»
Identifica las áreas de entrenamiento que sabes que necesitan atención en tu hogar. Lleva esas cosas al Señor, una a la vez en oración, y luego escribe lo que Dios está impulsando a tu corazón a cambiar en relación con tus hijos.
Hoy las animo como mujeres, y vamos a concluir aquí, que Dios llame a las mujeres a que, como Ana, abracen el regalo de los hijos; que consagren sus hijos a Dios para los propósitos de Su reino; que sean lo suficientemente valientes como para vivir vidas contraculturales.
Si amas a tus hijos y los crías para Cristo, serás rara. No te verás como el resto de las mujeres que te rodean, y así debería ser si somos llamadas por Dios. Mujeres que entiendan el llamado que Dios nos ha dado de cuidar y entrenar a nuestros hijos.
Pero nuestro llamado no termina ahí, porque debemos cuidar y entrenar a nuestros propios hijos, pero luego debemos dar la vuelta hacia las que están detrás y ayudarlas a cuidar y a entrenar a sus hijos, para que sus hijos puedan cuidar y entrenar a futuros hijos. Calificas con aciertos y errores. En el Salmo 78:4 4 al 7,
«No lo ocultaremos a sus hijos, sino que contaremos a la generación venidera las alabanzas del Señor, su poder y las maravillas que hizo. Porque Él estableció un testimonio en Jacob, y puso una ley en Israel, la cual ordenó a nuestros padres que enseñaran a sus hijos; para que la generación venidera lo supiera, aun los hijos que habían de nacer; y estos se levantaran y lo contaran a sus hijos, para que ellos pusieran su confianza en Dios, y no se olvidaran de las obras de Dios, sino que guardaran sus mandamientos».
Me despido de Ustedes, deseando que tengan una bendecida semana, hasta pronto.
Este programa fue traducido por Andrea Calixto Álvarez
“Mujeres Radiantes” es un ministerio de alcance de “Leydi Campos Canadian Women Foundation. Inc”
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